Libros

 

Articulaciones del pensar

 

 

En el tiempo en el que vivimos, filosofar es sinónimo de perder el tiempo, de acción prescindible e inútil. Jugar a videojuegos también lo es. Ambas actividades comparten insignificancia y por ello pueden ser conjugables, pueden sumarse a la misma danza: la reflexión irrelevante sobre lo intranscendente.Lo singular, lo identitario del videojuego es la pantalla como localización de la acción de jugar. Poco más, pues los juegos que en ella se visualizan siguen el modelo de los que se realizan sin ella.Pasatiempos, juegos de Rol, simuladores de peleas, de carreras de coches, de vuelos en avión, de juegos de estrategia, de partidos de fútbol¡ son los contextos temáticos de los videojuegos. Los videojuegos son juegos y no pueden ser estudiados fuera de su contexto. Es imposible desligar el videojuego del conjunto de los juegos. Y los juegos son un conjunto amplio y variopinto, hay muchos juegos.

 

La vida es extraña y, según a qué edad, confunde. En otras ocasiones, acaricia con dulzura. Sea como fuere, hay quienes desean recordarlo a color y dolor en la piel. Al autor de este libro le sucedió algo parecido hace veinte años. Veinte años más tarde, tras observar cómo la tinta conquistaba los cuerpos de las multitudes, ha descubierto el porqué.

Los tatuajes han adornado las pieles desde antiguo. Son (casi) siempre para la mirada ajena, pero ese otro que mira ha variado sus demandas a lo largo de la historia y sus significados han evolucionado conforme las civilizaciones caían. La oralidad insertó con ellos a los individuos en las tramas divinas. El alfabeto los menospreció como una debilidad de lavoluntad. Fueron recuperados al tiempo que el capitalismo creó un espectáculo de intercambios obsolescentes. Y gracias a ellos hay quien se resiste a la dispersión digital.

Cuatro capítulos para cuatro eras históricas, escritos en cuatro estilos diferentes. Peinando la ficción y la realidad, tonteando con el teatro y la novela, acariciando la historia y la glosa, este ensayo poco ortodoxo elogia y refuta los tatuajes.