1º de bachillerato

El juego es natural del tiempo de ocio, no del neg-ocio. Para los antiguos griegos el neg-ocio (negación de ocio) era la condición propia de los esclavos, era lo que estos hacían. El ocio era la ocupación primordial de los ciudadanos libres y consistía en dedicar el tiempo a la teoría y a la contemplación, la búsqueda de la sabiduría y de un mejor modo de vida. La palabra ocio proviene de la latina otium, que proviene de la jerga militar (el ocio sería el tiempo entre las batallas o pausas de una guerra). En la Grecia Clásica Skholè (σχολή) era la palabra que significaba «ocio, tiempo libre», de ella deriva «escuela», en tanto y cuanto se trataba de una actividad propia de los hombres libres (aquellos que no necesitaban trabajar para vivir); el cultivo del conocimiento que se realizaba en las escuelas no era una obligación necesaria. También hemos dicho que «el poder» gusta del juego, pretende absorberlo hacia lo que le interesa. En este sentido, lo más inmediato es convertirlo en neg-ocio.

La absorción del juego en negocio, que observamos en lo actual, es un fenómeno reciente y tiene mucho que ver con el omnívoro mercado capitalista. Tiene que ver con la explotación del tercer factor interviniente en el juego: el espectador. El espectador, el aficionado, es el nicho de mercado de la omnívora industria capitalista. Es el que «quiere ser como» sus ídolos y para ello compra sus objetos de atavío.

El negocio en torno al juego y al deporte es ingente y en continuo crecimiento. Por un lado, está el mercado de productos deportivos, que va desde tiendas de nutrición a macro superficies en las que podemos encontrar cualquier utensilio válido para la práctica deportiva (ropa, herramientas, equipación, muñecos…). Por otro, la venta de entradas a los eventos deportivos bien sea en el campo de juego o retrasmitidos por una cadena de televisión.